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Juventud e incidencia social

PROBLEMA SOCIAL

Según el Diagnóstico del programa Crear del Instituto Nacional de la Juventud (2019), en Chile, existe el problema de que los jóvenes tienen baja capacidad de incidencia en su realidad local. La incidencia es la facultad de participar en la toma de decisiones públicas (UNICEF, 2013). Se vincula con la capacidad de ejecutar acciones que favorezcan a que demandas o intereses se lleven a cabo en un determinado contexto social (Fundación Ashoka, 2009). Frente a esto, el fomento de competencias de liderazgo favorece a que los jóvenes incidan eficazmente frente a problemáticas que los afectan (Ansel, 2008; PNUD, 2009; UNICEF, 2013). Así, liderazgo se define como la capacidad de generar decisiones y movilizar a pares para llevar a cabo acciones y comportamientos necesarios para un objetivo determinado que beneficia a la sociedad en su conjunto (PNUD, 2016). Además, la población joven tiene escasa incidencia en su realidad local (CEPAL, 2010). Si bien se han abierto espacios formales que favorecen a una mayor participación de jóvenes en la toma de decisiones (Ley N°20.500, Consejos locales de NEP, Ley N°20.568), esto no ha aumentado significativamente su incidencia en la esfera pública (INJUV, 2015). Esto se explica por varias razones. Primero, los jóvenes son quienes participan en menor proporción de procesos eleccionarios: en primera vuelta presidencial de 2017, votó el 46,3% de los jóvenes, mientras que el porcentaje de adultos que votó fue de 63,3% (INJUV, 2018). Además, la participación de jóvenes en organizaciones de carácter cívico-social también es baja: solo el 5,4% de los jóvenes ha participado en los últimos 12 meses en alguna organización o movimiento que defiende una causa (ecológica, derechos humanos, juventud); el 3,3% ha participado en una organización vecinal (asociación de viviendas, juntas de vecinos, etc.); y solamente el 1,1% participa en un partido político (INJUV, 2015). Por último, la capacidad de los jóvenes de influir en la toma de decisiones ha sido principalmente efectiva a través de mecanismos informales, tales como acciones colectiva y manifestaciones (Maldonado, en CEPAL, 2015). Un ejemplo de ello fueron las protestas estudiantiles del año 2011, donde lograron posicionar sus demandas en relación con educación en la agenda pública (Montero, et al; 2011). La baja capacidad de incidencia de los jóvenes en su realidad local dificulta el que estos puedan promover cambios en las problemáticas que afectan su desarrollo. Ejemplos de las problemáticas que les afecta directamente se asocian al proceso de inserción laboral y el bienestar físico-mental. Respecto a lo primero, solo un 12,4% de los jóvenes en Chile estudia y trabaja, y un 42% no trabaja ni busca empleo (INJUV, 2015); mientras que, en los países OCDE, el 50% de los jóvenes estudian y trabajan (Bravo y Kutsher 2016). Por otra parte, los jóvenes son un grupo altamente expuesto a conductas de riesgo asociadas al bienestar físico-mental: el 41,5% de los jóven